Creo que mi década larga de vivencias en redes sociales me sesga hacia la utopía tecnológica, que en ningún caso creo que esté ni cercana. Pero escribo mis particulares opiniones ya que solicitan algo básico sobre divulgación en redes sociales de
marca personal para investigadoras/es en comunicación. Es pues un posteo sobre el futuro próximo de las redes sociales para investigadoras como me gustaría. Si a alguien le sugiere, es lo que pretende.
Se alarga la transición entre instituciones y contextos
formales hacia hibridaciones con contextos informales y
discursos líquidos. Bajo la demanda por algo básico percibo (¿con motivo?) aires de
añoranza. Como si nos gustaran más las bases serenas del paisaje desde una roca editorial en el río académico. No sentimos base nadando acomodados a nuevos y
efímeros medios en acuíferos y cauces alternativos de otras posibles ciencias. Para mi generación y los mayores que no aceptan terremoto científico alguno, sólo se trata de hacer divulgación científica 2.0 de una ciencia que en definitiva y "como debe ser" sólo es 1.0 (con perdón por recurrir a tópicos manidos).
The Wire, chart 2014 |
Consciente de la posible infección utópica en mi inmerso punto de vista, sostengo que una marca personal, de una persona
investigadora, bien comunicada en redes sociales -cuando menos- se
está alejando de academia, industria, revistas y grupos de investigación tradicionales, los "de toda la vida y como siempre fueron". Un jefe clásico de investigación, un catedrático
a la vieja usanza, no valora ni permite la marca personal para una
futura investigadora. A lo sumo concede que haya marcas dependientes de
doctorandas nutriendo su periódica y formal vida
investigadora.
Rellenar perfiles personales en sucesivas plataformas
digitales cerradas, o directamente patrocinadas por el viejo mercado
de patentes y las agencias de calidad, parecerá todo lo digital que se
quiera. Pero desde luego no encara los retos que nuestro tiempo plantea a la universidad pública como universidad abierta a problemas ecológicos y sociales de primer orden. Mientras en esas redes falten conversaciones sobre conocimientos y experiencias relacionadas con lo importante apenas aportan comunicación interpersonal ocasional a la relación de méritos del universitario medio. Claro que se pueden puedan usar con prácticas más incisivas y más sociales Academia.edu y las redes especializadas o incluso LinkedIn y las redes de perfiles profesionales. Sin embargo desde mi navegación sigo encontrando más público y más social lo que se comparte y se comenta (no los "me gusta") en Facebook, o bien lo que se responde y se menciona en Twitter (no los RT, FAV-Like).
Cada una/o tendremos nuestra idea de lo que está cambiando la sociedad contemporánea. Desde mi experiencia las tecnologías que usamos en investigación-divulgación afectan tanto al contexto como a las
formas. Los mejores sentidos de la ciencia piden sea más abierta,
más inclusiva, más transparente, más conectada..., eso que
simplifica lo “2.0” como “social”.
La conexión digital de lo
personal nos obliga a una visibilidad que
muestre justo esa disposición a colaborar, qué intereses nos
llaman, dónde nos vemos más capacitada/os. Creo que en este escenario es relevante que cada vez menos
investigadora/es quepan en unos convergentes clústeres industriales y en una institución universitaria que se recorta.
No sé cuántos compartirán que la vida académica se desplaza hacia hubs abiertos:
labs, talleres, cocinas, plazas... urbanas o aldeanas. En común con la academia clásica tienen su preocupación por demandas sociales, pero las pretenden resolver antes y desde más cerca. Apenas exigen justificación alguna de los motivos de sus investigaciones; no se discute la rápida publicación por la importancia y la urgencia de asuntos que no son de camarilla ni reproducciones.
Con un fuerte
radar social, entiendo que la marca personal investigadora, no puede abandonar alguna dedicación semanal o quincenal para mantener una web raíz y el posteo sostenido para que conozcamos la expresión de cada identidad individual. No encuentro grandes ganancias en las pestañas o páginas web del sitio de autor que apenas han cambiado los apartados de currícula vitae impresos. Un uso algo más sincero y frecuente del blog académico, además de imagen
de unos intereses, de mostrar lo que tenemos entre manos y custodiamos, es ocasión para implicarnos en viajes que no pensamos, en agendas inesperadas.
La experiencia digital no tiene por qué terminar en rutinas egoístas. Una de la diferencias más
perceptibles en la ciencia actual -como en la mejor ciencia de todos
los tiempos- es su voluntad de hacer una transferencia real, de
favorecer la necesaria innovación social. Más que el posteo
vanidoso encuentro que destaca la comunicación de pálpitos, las dudas sobre borradores, las sugerencias en proyectos cercanos. Evitar en definitiva perder energías y tiempos con diseños, bases o
tratamientos investigadores desorientados. En abierto otros pueden mejorar y corregirlo en eso consiste la divulgación desde sus raíz, la investigación, que por ser comunicada desde su germen, se puede llamar básica, pero también radical.
The Swell Season Gig Poster |
Soy consciente de que aún es
mayoritario en blogs académicos, un posteo más
informativo, pegado a lo curricular, tan frío como el tuiteo de noticias por diarios. ¡Que poco evolucionan esos párrafos con respecto al libro, al artículo o incluso con respecto a la tablilla del escriba egipcio! ¿En
una sociedad postindustrial se puede admitir como una comunicación
científica que se limita a la escritura formal?
Los padres de la ciencia y
los inventores de la escritura manejaban el entorno natural, el
gesto, lo visual... como se puede hacer de modo parecido en la comunicación digital. Pero no lo considera ni lo incluye la escritura académica de la modernidad. Reproducir
las limitaciones gutemberianas en la galaxia digital impone a la
marca personal una castración multimedial que no sólo tiene
consecuencias estéticas. Además limita el alcance y la comprensión
de nuestros lectores. Los símbolos más formales, como por ejemplo,
las fórmulas y las encumbradas estadísticas están haciendo un BIG
DATA de las palabras. Pero poco parecen tener de NEW DATA. Resultados de otro tipos de informaciones emanadas de conocimientos dinámicos y conectados.
Símbolos más emocionales y artísticos apuntan agrupaciones y
movimientos en los que la investigación cada vez tendrá más parte
y lugares propios. No tiene sentido reproducir las rutinas
competitivas y los rankings de la caduca estructura institucional. La marca es
personal. Pero no por egoblogging, por una absurda diferencia de
individualidades cada vez más indefensas ante el sistema universitario e investigador institucional. La personalidad de una marca investigadora en comunicación es grupal y tribal en su entorno y plasmándose en objetos y realidades próximas. Permite reconocer la generosidad y la aportación insustituible de quien se implica en proyectos sociales y de transformación. Una persona que con otras diseñan y construyen un procomún que sustituye y recambia las formas de hacer ciencia y comunicarla en redes sociales móviles y conectadas. En una ciencia que con la comunicación cambia como nuestra vida misma. Y de la que algo de esto queda entre nuestros restos digitales.