Uno de los indicadores más utilizados para medir la independencia del periodismo (en cualquiera de sus formas impresas o audiovisuales), consiste en evaluar el tratamiento de las tendencias y las concepciones emergentes en una sociedad.
En concreto los asuntos de medioambiente son hoy un patrón excelente.
Por un lado tenemos la dependencia de la prensa y de los grupos de comunicación. Entre sus anunciantes y propietarios se suelen contar grupos financieros, de energía... Más difícil es encontrar ecologistas o grupos ciudadanos en los consejos de administración o en los comités editoriales.
Cuando el diario tiene cobertura autonómica, como La Voz de Galicia, la delicada información sobre salud y residuos tiene cierta cabida. De hecho, esta relativa independencia, le permite hacer campañas como la actual en la que se define como la voz de los gallegos. Sólo unos grandes depósitos de gas junto a las casas de Mugardos y con una peligrosa entrada de gigantescos gaseros en la preciosa ría de Ferrol ha sido silenciada en esta cabecera desde hace seis años hasta hace quince días. Por supuesto la televisión autonómica, de modelo gubernamental, como las televisiones españolas en Madrid, sólo habla de los molinos de viento o de la apuesta por el gas ignorando los riesgos o ilegalidades de estas descargas.
El grupo la Región, puede servir de ejemplo de la dependencia mayor en los diarios menores, en la prensa local. Años atrás se mostró poco cercano al partido socialista, pero en los últimos meses ha erigido como uno de sus adalides al Conselleiro de Medioambiente, un ex-alcalde de un pueblo ourensano. Informa de lo que éste y algún otro ourensano de pro proponen como industria y como futuro en torno a la basura, y saludan con halaracas cualquier macrovertedero, aunque ponga en peligro parajes naturales únicos como Ridimoas o el río Avia y tenga serios riesgos sociales y empresariales para una de las comarcas emblemáticas de la provincia. Pero en ésto, el grupo es de lo menos ourensano. Uno de sus diarios me pidió una colaboración en el suplemento de universidad, y como hablé de este silencio, fué censurada y no se publicó (en éste blog). Otros vecinos ourensanos y ribeiranos me han comentado censuras similares cuando se toca esos temas espinosos.
Este tipo de dilemas entre lo político-empresarial y la sociedad que les lee y da sentido a su trabajo es lo que deja como simple lección universitaria cualquier cosa que se pueda decir sobre periodismo especializado, en este caso sobre periodismo medioambiental cuando los intereses económicos autonómicos o provinciales se cruzan por medio. En estos temas-eje, en los indicadores-clave de un momento del periodismo es cuando más sentido tiene que se invente si no existe ya el periodismo ciudadano, una opción para que exista el periodismo medioambiental.
Sólo la guerra de las cadenas televisivas por la publicidad está dando cierto espacio a las denuncias ciudadanas en algunos programas donde se roza algo de información medioambiental. Pero desde luego muy lejos de la argumentación y la información que ofrecen blogs de grupos ciudadanos (comité cidadán de emerxencia, ¡fora da ría!) y redes de blogs medioambientales (temos dereito a saber, ¡sos: no ribeiro non!) como toda la red hispana de blogs de energía y medio ambiente.
2 comentarios:
Cuanta razón tines, la libertad de prensa empieza a convertirse en algo que fue. El llamado cuarto poder empieza a ser desbordado por el llamado quinto poder, los blogs y redes sociales.
Un saludo
No por tener hoy voz, se puede dar por instalada o garantizada la libertad de esas redes sociales. Y sin ella, el quinto poder será otra imagen que confunde lo que realmente pasa. Repetiríamos la ilusión y la falsedad que no se ha cumplido con el 4º poder.
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