Dos tradiciones antecedentes
Las relaciones públicas contemporáneas mantienen la herencia de Edward L. Bernays en cuanto a la "necesidad" de intervenir en el flujo caótico de opiniones públicas para orientarlas. Estamos sin embargo bien lejos de poder controlar o intervenir la opinión pública para "cristalizarla" en beneficion propio. Ni la propaganda ni el conductismo garantizaban entonces los efectos manipulados y menos hoy con la comunicación digital. En poco más que técnicas queda el brillante Engineering of Consent (1955).
Una imagen más completa del pasado de nuestras relaciones públicas (institucionales e industriales) debería incluir toda la producción de los medios de comunicación, como dice Noam Chomsky al final de su famosa disertación de 1997. Porque también mucho del periodismo son relaciones públicas.
En Sphera PúblicaAcercándonos más al presente podemos revisar el monográfico de Sphera Publica 7, 2007, bien montado por Salvador Hernández Martínez (sólo se puede leer en sala en bibliotecas universitarias). Se titula la nueva geografía de las Relaciones Públicas (pero no se ocupa de las relaciones públicas digitales). Para no extenderme sólo comentaré algunos artículos hilvanando el asunto de esta entrada.
En el número me llama primero James G. Hutton, autor de The feel good society y predicador impenitente para que los ciudadanos salgamos de nuestro estado habitual de consumidores. Hutton piensa que el descrédito de las relaciones públicas se debe a una insuficiente teoría, mal desarrolada y poco actualizada, unida a un pobre realización de prácticas. Defiende que las relaciones públicas se han obsesionado con la comunicación, centro de sus actividades. Los publirrelacionistas descuidan sin embargo toda la gestión, el marco, la atención y los progresos en unas comunicaciones que deben ser para algo más que estar en contacto. Se trata de gestión de relaciones, y afirma que la reputación no es gestionable.
A la demanda teórica de Hutton parece salir el artículo de Paul Capriotti, en la línea conocida de relaciones con los públicos. Pero no sólo es una corrección nominal del situacionismo de Grunig. Capriotti vuelve a los clásicos de la interacción social para fundar las relaciones en un diferente suelo téorico que nos permita entender la naturaleza de los públicos y no sólo sus orígenes o su actividad. Por lo que me ha parecido entenderle, centra la fundamentación teórica del trabajo publirrelacionista en los stakeholders (desde los colaboracionistas a los críticos; E Freeman, 1984 ).
Junto a otros artículos sobre comunicación de crisis destaco el de Chris Galloway que pide ajustar la terminología gestión de reputación usando mejor comunicación de riesgos. Lo considera un enfoque de futuro ya que los implicados en la comunicación de riesgo son los protagonistas de las relaciones públicas:
- comunicación con los stakehorlders (aquí en sentido que también incluye implicados),
- comunicación intracorporativa y pro-corporativa, y
- comunicación con posibles públicos, se encuentren o no actualmente relacionados.
Hay otros artículos recomendables en el número, pero no tan cercanos con esta expansión nocional del concepto de RR. PP.
Alguna más en todo caso. Las posibilidades de los apuntes que nos dejan Esther Martínez Pastor y Antonio J. Baladrón sobre la moda publicitaria de los últimos 15 años: Ambient Advertising. Más que una cuestión atmosférica o urbanística, o de una migración de soportes publicitarios a formatos más baratos y comerciales (below the line), se trata de un cambio de mentalidad que quiere salir al encuentro del público de una manera inusual, inteligente y en connivencia con el espectador.
El marketing de supervivencia o de guerrilla al que se han visto obligadas muchas pymes y organizaciones ciudadanas, es ahora adoptado y magnificado por marcas y corporaciones en busca de la creatividad y la "inocencia" perdidas en las formas virales de comunicación.
El arte de las vanguardias primeras (a-FWW)y segundas (p-SWW) del siglo XX, se cruza con la publicidad y la suplanta buscando crear "otros públicos". El asunto es si esos nuevos públicos que tantos problemas tenemos para definir, son objetivo de la comunicacion institucional y corporativa convencionales. Como se puede imaginar no sólo han cambiado el arte y l@s artistas, no es que la publicidad esté en revisión o en retroceso, también vislumbramos novedades de fondo en las relaciones públicas. Otro día saldrá más representado lo que hacen los entornos digitales por cambiarlas.
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