La negociación de planes de estudios ajustados a los parámetros europeos del Espacio Europeo de Educación Superior y a la mínima delimitación que aporta la ley española de universidad exige un sacrificio en los interlocutores, profesores, alumnos y personal de servicios.
Reproducir y generalizar las batallas campales por la presencia de más personal de mi unidad o de mi departamento no tiene sentido cuando el objetivo es proponer unos modelos de grado y de postgrado que sean útiles a la sociedad y las organizaciones de cada entorno universitario.
La renuncia al estatus de poder heredado es un alto sacrificio.
Pero sin esta renuncia es inviable un acuerdo en los objetivos y los fines que los grados y los postgrados que se nos piden (destrezas, habilidades, competencias).
Antes que las distribución de horas, actividades y cuotas de poder debería estar lo que se pretende alcanzar.
No es sólo en bien de la universidad española de los próximos dos años.
¿Seremos capaces de entender y aceptar esta disposición de partida?
Ese me parece el principal reto para la Universidad europea, y en general para toda la institución universitaria. Todo un reto de solidaridad y de generosidad.
2 comentarios:
Buf! Es el principal reto y no sé si lo conseguiremos... Me da que Bolonia se afronta como un "consolidar mi área de conocimiento y después ya veremos". Ojalá seamos capaces de ceder y hacerlo bien. Ojalá.
Esa miopía, quizá epidémica, no cuenta con que las titulaciones se consolidan con las acreditaciones periódicas. Una chapuza local puede colar, pero va a ser más difícil sostenerla que en el actual sistema.
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