01 octubre 2007

que si ciencia, que si no ciencia

En la presentación de las asignaturas teóricas de primeros cursos de carrera podemos encontrar el decálogo real de las competencias (al menos sapienciales) que se buscan o desean para los grupos de estudiantes.

Presentaré la ciencia de la comunicación tal como según mis datos se trata en las Facultades Universitarias de estas Ciencias Sociales

  • a) no existe,
  • b) es un campo desordenado de relaciones con otras ciencias (sociales),
  • c) es una ciencia explicativa capaz de control y predicción en comunicación,
  • d) es una ciencia comprensiva, a caballo entre las ciencias humanísticas y sociales, con objeto, métodos y capital intelectual propio, junto a una importante transversalidad con otras ciencias sociales y no sociales.

a) Hasta que se ha planteado el ideal laboral del graduado europeo (en el Espacio Europeo de Educación Superior) las Facultades de Comunicación venían a superar las escuelas profesionales, de periodismo y similares, que sólo pretendían anticipar un caudal de experiencia a futuros profesionales no demasiado especializados. Este espíritu de los sesenta puede tener ahora su revival con "Bolonia".

La experiencia bruta ya no es el patrón formativo en la mayoría de las Facultades de comunicación. Aunque mis alumnos de este año, como los anteriores, desean conocimientos técnicos y muchas horas de práctica. Confían que estas rutinas faciliten su maduración y les den mayor vistosidad en el mercado laboral. Tengo alguna duda. La percepción más importante desde mi experiencia publicitaria es que la sociedad, los soportes y las formas cambian deprisa; y no es posible reproducir las situaciones que llevaron al éxito. Y menos como lo cuentan los bestsellers (Ogilvy y compañía) o como "colorean" las series de televisión de abogados, detectives, médicos...

b) Como todavía somos muchos los académicos procedentes de otras disciplinas, creo que una mayoría de profesores de comunicación considera más serias y básicas las ciencias de algunas décadas anteriores en las que aprendieron: sociología, filosofía, psicología , filología, etc.

No deberíamos compararnos por antigüedad, tamaño,... pero incluso bajo esos criterios contamos con pensadores (en castellano en Infoamérica) y capital científico acumulado como para no gastar excesivo tiempo en la discusión. Más importa reconocer quiénes (vengan de dónde vengan) pueden dar razón de los cambios en nuestro tiempo y del papel que en ellos ocupa la comunicación.

c) Ganar las guerras mundiales e industrializar el mundo ha dado poder y dinero a cierto primer mundo que desde esa seguridad pontifica un conocimiento eficaz y empresarial. Entre otras disciplinas también reclama que se ponga a su servicio la comunicación. Algunos dicen que estas facultades nacieron para eso. Que esa capacidad de planificación y de control es la que justifica el epíteto científico.

Poca ciencia hay si no somos capaces de convertir en datos, de dibujar estructuras de los grandes grupos y flujos mediáticos. Esa es una ciencia de la comunicación, pero sería un atentado pensar que es toda, o la única, ciencia de la comunicación.

d) Vistos los problemas de inexactitud y ecológicos de las llamadas ciencias exactas, otros profesores tratamos la ciencia de la comunicación como una ciencia más blanda, flexible, ya que debe amoldarse a los cambios y abierta a un futuro que nadie conoce, ninguno es capaz de predecir y para el que no es nada fácil estar preparados (las crisis son crisis).

Al empezar otro curso, el consejo de Barchelard: atentos a los obstáculos en cada uno/a y a los conceptos que no sirven del todo.

  • Puede servir cualquiera de esos clásicos que avisan de la tremenda ignoracia en cada uno/a.
  • No está mal el afán de observación y de escucha de las personas de campo, la gente que se construye sobre experiencias seculares.
  • Volver una y otra vez sobre lo recibido, ahora buscando que la comunicación se integre con nuestros anteriores conocimientos y vivencias.
  • Optimistas e ilusionado/as con los cálculos y simplificaciones que vayamos alcanzando en este entorno rebuscado de núcleos tan densos de acciones como los comunicativos.
  • Flexibilidad, apertura... la cintura retórica de ponernos en la situación del otro, de integrar el planteamiento contrario... por si no fuera tan enfrentado como parecía.

Estos ejercicios, de comunicación claro, puede que no nos hagan más sabios, pero al menos retiran obstáculos para que nos acerquemos lo que a día de hoy se puede saber de comunicación.

2 comentarios:

sarónico dijo...

La galera es un barco impulsado por la fuerza de los remos, y en ocasiones por el viento, por eso poseía una ó más velas grandes.

La galera existe desde la antigüedad. Originalmente, usaba una fila de remeros por cada lado de la embarcación. Tiempo después, los fenicios inventaron una galera con dos filas de remeros, que era más veloz sin perder maniobrabilidad; esta evolución de la galera se llamó birreme. En la Antigua Grecia crearon y usaron el trirreme, galera de tres filas de remeros. Los antiguos romanos, y antes de ellos los cartagineses, llegaron utilizar el quinquerreme con cinco filas de remos, aunque lo común era usar birremes.

Los remeros normalmente eran esclavos o prisioneros. Durante muchos siglos se mantendrá la condena a galeras como uno de los más crueles castigos posibles, tanto que incluso Miguel de Cervantes la menciona en el Quijote.

Durante la Edad Media no se hicieron progresos notables en el arte de construir embarcaciones. La innovación de montar una fila de remeros extra fue abandonada. Sin embargo, las galeras permitieron a diversas culturas expandirse a enormes distancias. Tal fue el caso, por ejemplo, del célebre drakkar o barco-dragón de los vikingos.

En el Siglo XV aparece una nueva clase de embarcación, llamada carabela, que usaba un velamen variado para navegar sin remeros, y por lo tanto requería mucho menos tripulación que la galera. Sin embargo, la carabela no sustituyó rápidamente a la galera. Para dar una idea: En la época del descubrimiento de América, 1492, la expedición de Cristóbal Colón navegó en dos carabelas y una carraca, pero la flota reunida por las potencias cristianas contra el Imperio Otomano durante la Batalla de Lepanto en 1571 eran galeras. Este sería el último combate histórico en donde dicha embarcación sería utilizada.

Durante el Renacimiento aparece un tipo intermedio; una galera con velas, llamado galeaza, precedente del galeón.

sarónico dijo...

Me ha sorprendido mucho constatar que un libro como “La quiebra de la historia progresista de Pío Moa no haya tenido ningún eco en la prensa escrita ni en la televisión, si exceptuamos Libertaddigital TV, que es muy minoritaria. Naturalmente no es porque el libro de Moa sea malo y en esos medios se ocupen de cosas serias, porque el 60% de la prensa escrita y el 80% de la televisión es pura basura y se ocupa de auténticas tonterías. Y además el libro de Moa es el libro de polémica más efectivo y contundente que se haya escrito en España en muchos decenios, eso lo puede comprobar cualquiera que lo lea.
Como hemos visto en estos años, ha habido una polémica de muchos historiadores contra Pío Moa, que ha resultado bastante cómica porque lo atacaban y al mismo tiempo decían que se negaban a polemizar con él. Hay incluso una obra que firma Reig Tapia y la prologa Paul Preston, y que la respaldan y la inspiran otros muchos historiadores españoles y extranjeros y que se llama “El Anti-Moa”. La cual viene a decir que no merece la pena ocuparse de tan deleznable seudohistoriador… y luego va y son 500 páginas ocupándose de él. Por cierto, una parte del libro de Moa se dedica a rebatir al “Anti-Moa”, y hay que reconocer que da una soberana paliza intelectual a sus adversarios.
Con todas estas cosas se aprende bastante, y una desearía que la polémica siguiera. Pero a lo que iba: En la prensa o en la televisión no le dan cancha al libro ni a Moa, pero en cambio una mira Internet y, es asombroso, Moa supera el millón de googles, lo que quiere decir decenas de veces más que cualquiera de los que le critican, lo cual quiere decir, según yo lo interpreto, que Internet es mucho más viva y mucho más libre que los otros medios de comunicación. Para mí ha sido una alegría porque el libro del que hablo me parece que debería ser leído por todos los profesores y por todos los estudiantes, por lo menos por los de historia.

Cristina García Jackson