El teórico de la realidad virtual y otros asuntos antropológicos que nos afectan, Philippe Quéau, tiene un último artículo en su blog Metaxu para ejemplificar la complicada política contemporánea del poder. Deconstruyo su texto Le nomos contre le logos a partir del mismo binomio etimológico:
Nomos, es raíz griega de la ley la costumbre. Pero junto a otros muchos derivados, también es orígen de nómada, los que toman posesión de la tierra.
Logos extiende el legado ateniense de la lengua y de la razón. Llega a relación, religión, lugar...
Entender los conflictos de poder y de culturas en términos legales o de tradiciones, es trabajar con los restos modernos de nuestra antigüedad griega. Pero la lucha por el territorio ya no sirve como clave explicativa. Perdió su fuerza semántica tras el colonialismo y las guerras mundiales. Y desapareción como imperio de la norma (norma para imperios) cuando se rompió la frontera USA / CCCP, al desaparecer la Unión Soviética.
Parece más acertado enfocar la nueva geopolítica hacia los territorios simbólicos. El mundo de los medios y el mercado son campos de enfrentamiento de cosmovisiones, y de religiones... Quizá porque nuestras creencias venían abusando del racionalismo moderno cada vez menos creíble, ahora en las industrias de la palabra se desdibujan los mapas normativos, los territorios anteriores de poder.
No doy particular valor al péndulo o al binómio Nomos / Logos, pero aporta una imagen, un escenario para un nuevo periodo de comunicación, en el que se han de tender los puentes para distribuir y controlar las formas de poder que se van gestando.
No he deconstruido tanto a Ph. Quéau. Coincido con él en que el Nomos se defiende y se revuelve en sus privilegios sintiendo su pérdida de poder. Cada tiene menos capacidad de convicción, de razón frente a otros Logos.
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