Daniel López Salort en Konvergencias presenta a Jérôme Bindé autor del informe mundial de la UNESCO Hacia las sociedades del conocimiento (pdf del libro, 240 págs). Bindé escribió sobre valores (recensión, francés) y ahora dirige la oficina para la prospección educación, ciencia y cultura.
El libro ¿A dónde van los valores? comienza discutiendo dos posiciones éticas postmodernas.
La postura de Gianni Vattimo y Arjun Appadurai, más bien en la línea del consenso y el acuerdo. En favor de los valores ganadores, resultantes, etc.
La otra postura, más expuesta por Jean Baudrillard y algunas sociologías previas de la cultura, mira el momento desde la vida de la cultura, la fase del ciclo en que se encuentra, para repetir que en el momento álgido, cuando la cultura se mundializa e impera, acaba de firmar su finiquito, su pase a la monumentalización. Y en ese estado no hay reactivación posible. Sólo le queda la sustitución, total o parcial por otras culturas, hasta su muerte por éxito de divulgación.
Por lo que dicen citas y referencias indirectas el texto repasa lo más granado de las teorías éticas entrando directamente a los conflictos y las propuestas divergentes. En la búsqueda de una salida parece que propone partir de una revisión del Contrato Natural para hablar de un formulación del Contrato Cultural y de respeto a la biodiversidad cultural.
Recoge L. Salort en Konvergencias sus palabras en una entrevista para el Diario La Nación. Al desdibujarse las diferencias entre infancia, juventud y madurez, conviven durante más tiempo deseos que antes se consideraban cumplidos al pasar a la siguiente edad. La comunicación además multiplica los valores y propone o informa de otros nuevos. Con un saldo en general relativizador. No podemos enterrar valores simplemente por su antigüedad. Perderíamos sentido. Tampoco podemos dejarnos llevar por los impulsos e intuiciones, a veces simples modas.
En ese difícil equilibrio de conservación, restauración, apertura e innovación, la familia y la escuela deben actualizarse. Cada vez debemos responder de más cosas, no sólo de nuestras influencias y adopciones, de lo que hacemos y del presente. Además debemos anticipar escenarios de futuro, incluir las consecuencias posibles, de las que de algún modo también podamos ser responsables. No hay un final de etapa de aprendiz, de informado, competente. La ética acoge una actitud y convencimiento central en las personas, pero también un diálogo, una información y una apertura que no puede cerrar capítulos como resueltos para siempre y para cualquiera.
Parece que desde los griegos hemos racionalizado casi todo y que la ética no es un ejercicio más sencillo que otras ciencias. A pesar de su complejidad, la ética se considera en la base de las orientaciones: de la educación, de la ciencia, de la cultura, pero también de la tecnología, de las costumbres, de la vida social y personal. No sé valorar el peso del racionalismo filosófico u otras implicaciones y sinergias que afecten a la cúpula de la UNESCO.
Bindé señala los principales problemas y las tendencias más notables en estos comienzos del siglo XXI: Diez tendencias del Siglo XXI a partir del consejo ejecutivo en el grupo de la UNESCO, 159 ex/39, mayo junio 2000, 55 pags, pdf castellano)
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