No sé si James Hansen tiene afán de protagonismo u otros motivos añadidos. Lo que no se puede tolerar, es que callen al que sabe. Y esto es ¡ciencia!.
Como buen científico de la Nasa, aporta su datos sobre el calentamiento de la tierra. En 2005 el más alto del siglo (la noticia en Consumer-Medio Ambiente). No parece que se salga del tiesto cuando añade que las instituciones políticas le silencian a él y otros científicos (New York Times-Science, el eco en diarios y blogs según Google Noticias).
¿Cómo machacar de nuevo que el control de la información científica escapa de las competencias políticas? Qué ganas de asumir responsabilidades y consecuencias.
Dejad al el Estado, que cómo sepa o quiera, controle sus gastos, productividad...
Y que la información, se revise, se trabaje y ayude a decidir desde que aparece.
Todos perdemos algo importante.
El político censor se entierra y prepara el fin de la carrera. Las deudas las pagará su partido, quizá por muchos años sin voto.
¿Tan poco importa el perjuicio, aunque sólo sea potencial, a la humanidad?
Qué venga el Tribunal de la Haya y lo vea...
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