11 enero 2006

Blogs bla, bla. La verdad en los confidenciales

Hace un año coincidí en una congreso de periodismo digital en Galicia con un director de confidencial en una mesa sobre weblogs. Desde este blog escribía en aquel final de noviembre de 2004 que soplaban vientos de renovación en el periodismo cuando el papel, el digital, el confidencial y el blog mejoraban sus relaciones. Quia, con los viejos tabús!

Por linotipo cambio algo mis costumbres. Y leo unas de esas a las que no soy muy aficionado. Me lanzo sobre Contra los blogs, columnita cultiberia según dice El Confidencial de Jesús Cacho y José Antonio Sánchez. Un confidencial entre los otros, pocos que andan por ahí. Si tienes cosas más urgentes que hacer yo tampoco te animo a echarle los 5 o 6 minutos que lleva. No vaya a ser un intento perverso de captación de lectores entre bloggers. Que podría ser...

Pero qué le vas hacer. Por defender a una virgen lo que sea. O sea que como los de los blogs leemos de todo, pues tampoco le hice demasiados ascos al rollete de que
la gente dice chorradas, la gente somos malhablada, la gente no tenemos seso...

Con este complejo de gente que me inculcó mi padre, discrimino lo que leo y navego por si es útil, cierto, oportuno.... Como antes leía la prensa para saber de qué había que hablar y como se decía en políticamente correcto. Para la vieja guardia plumífera ni siquiera eso puedes encontrar en Internet; para los cultiberios es raro que lo encuentres en un blog, si no es el de su amigo. Mala es la gente, cahis!

Pero como uno tampoco tiene toda la vida, a estos cultiberios no vuelvo ni así me lo pida Victor R. Ruiz en persona. Igualito que muchos hacen con sus usos en Internet y otros con su edición y gestión de un blog. Hijo si es muy malo, meterlo en tu agregador es de masoca. Por mis niños, que por esa columnita, con tal perspicacia, intuición y discriminación no me encuentran ni perdido de... todo.

Hubo un confidencial de autor, con garantizadas fuentes implicadas o habituales, que volaba por algunos pasillos o despachos. A otros confidenciales les crecieron las columnas personales y se convirtieron en pequeñas empresas, ya con todos los géneros en un periodismo parecido al de papel. Ventajas que aprovecharon de Internet.

Lo que no acierto a imaginar son las relaciones de los cultiberios con sus fuentes. Cuando brilla un carnet de periodista normalmente se guarda, sobre todo, la cartera. Debe haber favorecidos que se bañan en burbujas de pruebas, facsímiles y originales. La imaginación, esa ramera del oficio ni la tocan.

Ellos se lo pierden. Pensando mal nos hemos quedado muchas veces cortos. Y una de las experiencias en estos años de Internet ha sido descubrir que no tenía un problema en la pituitaria. Apestaba a tantos otros.

Con bastantes más años, el maestro Pozuelo Yvancos, que también trataba de los blogs en ABC, leía más allá de la charlatanería. No es original su comparación de la edición digital y colaborativa con la imprenta. Y no es aventurado pensar que, como con aquella, vendrán otras culturas. Cierra su blogs, bla, bla abriendo la mente del lector a una nueva era. El asunto ya no es de realidad, de información o de opinión. Es asunto de pálpito y de juicio. Y en esto de parecer vivos y juiciosos, las apariencias siguen jugándonos cada pasada...

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