La cultura es el conjunto de acciones y expresiones mediante las cuales damos sentido a la realidad, mediante las cuales la nombramos, la utilizamos y la transformamos. Por eso cultura es “mundo”. La adquisición de la cultura, en este sentido del término, que también se denomina “socialización primaria”, es la salida del estado “natural” para acceder al estado propiamente humano. Sin esa socialización primaria las “crías” de humanos permanecerían en estado “animal”, o en estado “salvaje”, como es el caso de los niños criados por animales y crecidos lejos de los cuidados humanos.Fuente (pro manuscrito): Jacinto Choza Armenta, comunicación intercultural, sevilla 2006
En esa primera fase de la educación se vive en la cultura propia como si fuera la única, la absoluta, de manera que lo diferente se experimenta como extraño, hostil, peligroso y malo. Por otra parte, en ese periodo se vivencia el mundo, el lenguaje, el sentido de las cosas, como evidente, inmediato y, por eso, indudable. En ella se comparte el mundo casi al 100% con los del mismo grupo, y entonces la comunicación, la comprensión del sentido de las acciones y expresiones, es transparente. En esa fase la cultura es el medio específico de la comunicación.
Se comparten los mismos valores, el mismo sentido común, las mismas apreciaciones estéticas y éticas, una buena parte de las aspiraciones económicas y políticas, y se establece la propia identidad, individual y colectiva, mediante el mismo repertorio de símbolos. Símbolos religiosos, patrióticos, económicos.
La segunda etapa del proceso formativo es lo que se denomina socialización secundaria. En ella no se trata ya de aprender a hablar, a valorar y a comportarse como los demás, como “todo el mundo”. Se inician entonces procesos de formación diferenciados, que requieren ya una profesionalidad de los formadores. Uno de esos procesos es el de la formación humanística. La formación humanística, conduce a vivir lo propio particular como particular, y no como universal, que es como la socialización primaria lo transmite. A la vez, conduce a vivir lo ajeno como propio, mediante el aprendizaje de lenguas y culturas de otros pueblos. Eso es lo que propiamente se llama “formación” en la tradición de la filosofía alemana desde Kant hasta Hegel.
Se hace así posible el paso desde una pluralidad de culturas particulares a un ámbito universal de comunicación, y con eso se llega a la universalidad y amplitud propia del espíritu humano. Esta amplitud en cierto modo supera la pluralidad de las culturas particulares y permite mediar entre ellas a través de traducciones, interpretaciones, acuerdos, pactos, intercambios, etc.
A su vez, el acceso a la universalidad del espíritu humano es el resultado de un cierto cosmopolitismo que arranca a los individuos de su matriz, de sus raíces culturales, y los coloca en una cierta situación de desarraigo.
1. La cultura como medio comunicativo en la socialización primaria.
2.- Formación humanística y éxodo. Universalismo y desarraigo.
3.- Alienación, incomunicación y fundamentalismo.
4.- La recuperación de sí mismo en los derechos democráticos.
5- Nueva identidad verdadera y falsa. La realización del sí mismo en la comunicación.
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