La universidad se debate entre la fidelidad a unas tradiciones que la envejecen y una actualización que la deja en merced de los ocupadores locales. Andan a la greña la universalidad del saber, que nos llena la boca en las reuniones, y el sueldito para los titulados. Hay más visiones, por suerte. Como la de José Dias Sobrinhos, que preside UNESCO para América Latina y que aparece en el diario La Jornada.
La universidad puede tomar como referente la sociedad civil y sus proyecciones, en la que profesores, alumnos y personal tenemos que estar implicados.
Hacer de la universidad un bien público suena exigente. Desde luego se parece menos a la universidad que matamos los profesores y más a la universidad 2.0 ó 3.0 de la que hablamos por aquí.
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