No sé qué calificación sacarán los preuniversitarios españoles en el examen nacional que hacen hoy para conseguir notas de entrada a las carreras que prefieren.
Las/os alumnas/os de ciencias experimentales se examinan de biología, una materia que cada gusta más y que no suele bajar la media conseguida en los años de secundaria y bachillerato.
Treinta y ocho años después del primer Dia de la Tierra (Earth Day), los resultados en alfabetización medioambiental (Environmental Literacy) dejan dudas.
Blumstein y Saylan pueden darnos algunas pistas de
¿Por qué seguimos siendo analfabetos ecológicos?
- Porque se ha vinculado lo ecológico con movimientos contra-culturales, con lo que dejamos fuera a las generaciones mayores, las que más se preocupan por el bienestar y la seguridad.
- Porque se ha medido con la economía del corto plazo, la única que más o menos manejamos en los negocios. Y los dineros son en nuestra sociedad el principal obstáculo moral.
- En estas décadas se han invertido cantidades millonarias para la educación medioambiental desde la UNESCO (Tblisi) hasta las unidades y módulos ambientales que tienen los libros de nuestros hijos en todos los cursos de su educación. ¿Sirve para algo?
- A pesar del incremento en aportaciones e investigaciones, evaluadores estadounidenses sólo consideran relevantes 20% de los trabajos públicos
Reciclamos bastante más, pero no sabemos todo lo que queda después del reciclado, el agua y el combustible que consumen.
Hemos conseguido cambio en la cantidad y no tanto en la calidad de las informaciones. Sigue haciendo falta aclarar el panorama sobre tecnologías dudosas o investigaciones pendientes de confirmación.
Esta información no es suficiente, además, para alcanzar el aprobado ecológico.
Una educación en condiciones debería producir conductas más razonables, competencia medioambiental por hablar en las palabrejas del momento.
Algunas propuestas, al hilo del artículo para conseguir resultados en conciencia y sentido medioambiental:
- medir la eficacia (recuperación de inversiones) de las campañas de información social y de las lecciones obligatorias en los programas educativos
- separa la formación ecológica de la lucha contra hábitos de consumo, para no entrar en guerras con las megaindustrias, que se gastan el doble en decir lo contrario. Se trata de enseñar a consumir lo que haga falta, pero sólo después de haber intentado conservar y reutilizar lo que tenemos. No es una educación contra los objetos, se trata de descubrir el valor diferencial o residual que puedan tener.
- la formación ecológica no puede ser de objetivos puntuales a corto plazo. No se trata de que ahora haya una especie de árbol plantado por todos los rincones. Cada zona con su historia y sus características debe mandar en los criterios. Y a la vez con mirada a los vecinos, sabiendo que formamos que formamos parte de un sistema global, que sólo globalmente se sostiene.
- los ciudadanos tienen que saber cómo se hacen las leyes y las presiones que hacen las industrias para su instalación. Saben que una vez urbanizado el suelo, por muchos pleitos que haya, de allí no se van en décadas; justo lo que necesitan para amortizar sus costosas instalaciones y sacar todo el beneficio monetario posible a cualquier coste de maleficio medioambiental.
- como en cualquier formación de competencias, sin espíritu crítico todo lo anterior no sirve para casi nada: no se trata de formar a gente manejable, dúctil, repetitiva, abotargada, que pasa, indiferente, callada, amorfa, sin expectativa. Si el espíritu crítico no lleva a buscar alternativas, a preguntar lo dudoso a otras fuentes, a rechazar frontalmente el engaño o la ocultación de información... repetiremos los vicios de una educación para la indiferencia y el pasotismo. No habremos educado, porque no hay conciencias autónomas construyendo sus espacios de relación y de información.
Blumstein DT, Saylan C (2007) The Failure of Environmental Education (and How We Can Fix It). PLoS Biol 5(5): e120 doi:10.1371/journal.pbio.0050120 (open access journal)
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