He añadido una nueva categoría en la relación de enlaces a la derecha. Cibercultura acogerá esta temporada a ComuniSfera, algún otro blog que estaba entre los académicos y otros bogs que siguen la cultura en Internet. Como etiqueta convencional abarca desde la implantación social de tecnologías de la información hasta reflexiones personales sobre nuestra situación. Para definir el campo algo más, recojo en esta entrada, de unas 550 palabras (3100 caracteres), cómo me asomo a estas ciberlecturas. Leer el post puede llevar algunos minutos, pero no soy capaz de decir algo parecido en menos. En la selección de blogs faltan unos importantes en sus aportaciones y que tratan de net art y derivados. Ya veré como introducirlos más adelante.
Las connotaciones de la cibercultura se complican conforme se va escribiendo más de ella. Yo la sitúo en la serie de tecnologías de comunicación que han facilitado la construcción de culturas históricas: epístola, libro, teléfono, periódico, cine, radio, fotografía, televisión, vídeo, computador, Internet y adláteres. En cada periodo tecnológico destaca un protagonista junto otros auxiliares. Por la industrialización y difusión social de una tecnología de comunicación se suceden generaciones de equipos y modalidades dominantes entre los usos. Con una imagen evolucionista dibujamos su ciclo de vida inicialmente eufórico y utópico. El perfil de vida de una tecnología decae con la devaluación de sus contenidos hacia usos comerciales poco atractivos, que descalifican sus contenidos (televisión basura, por ejemplo). El soporte-medio no desaparece por ello y busca formas de ser conservado o recuperado.
Cibercultura, en esta reflexión, es el último apellido para la construcción cultural con tecnologías de información. Como en periodos anteriores, engloba variados equipos de operación y conexión sobre las que funcionan sistemas de comunicación, de gestión, etc.
In extenso, cibercultura (macro) alude a un horizonte general, a cierto saber común, emergente y cambiante, a partir de la experiencia y la reflexión de los usuarios de tecnologías de información.
Una cibercultura global es vaga y difusa, pero también aspira a designar lo mejor entre lo que se produce. Mejor en cantidad, volumen, usuarios, frecuencia… O mejor por comparación, análisis y evaluación. Esta aspiración de remedar la antigua “alta” cultura habilita engrosarse con herencias de épocas anteriores, al menos en versión digital (sin mayores criterios de revisión o casi automática no merece el calificativo). La cibercultura general se fija más en la producción actual con pocos condicionantes formales (netiqueta y libertad creadora individual). También son elementales las premisas generales para el contenido: valores sociales extendidos (como la conciencia ecológica), derechos humanos, tolerancia…
En sentido intensivo, cibercultura (micro) es la producción autorial o comunitaria sobre valores compartidos y reformados por la relación virtual digital entre colegas o miembros de aquellas comunidades. En un mismo rango se quieren reconocer todas las culturas locales en Internet. Desde las que nacen y viven off line (ahora con Red) hasta las efímeras agrupaciones virtuales por objetivos o intereses concretos. El multiculturalismo se defiende como almacén de recursos ante nuevos retos. Más por no repetir experiencias y reconocer las vías de fracaso que por una justificada esperanza en encontrar en ellas proyectos y perspectivas para nuestro presente. Pero de todo esto, con sus matices, aciertos y equivocaciones, veremos y leeremos. Iremos viendo la comunicación y la comunidad de esas esferas. Que es como ahora se ve a sí misma ComuniSfera.
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