Ni las tecnología ni los planes de estudio, "arreglar" la educación, pide que cambiemos también los edificios, las aulas. Sé que no está el horno para bollos y que los negociadores universitarios se han vuelto con el rabo entre las piernas, sin un euro que llevarse a la boca.
Pero los edificios, todos con su inutil salón de actos y las grandes aulas hablan de difusión, de berreo de información; no de recoger, asumir, comentar, compartir. Como dice Michael West, casi todos l@s estudiantes quieren aprender, pero a muy pocos les gusta la escuela.
Michael West, el profesor de Antropología Cultural que se explica de miedo en You Tube (9 vídeos), pero ahora "adapta" su anterior versión de A vision of students today (2.768.000 reproducciones desde el 12 de octubre pasado). Un artículo en Britannica Blog y las explicaciones en su propio blog Digital Etnography quitan hierro a la visión pesimista que pudiera dejar el vídeo. Las cosas no están tan mal. Los espacios no son los idóneos para aprender apenas valen para escuchar desde el anonimato de un estudiante-masa.
No nos engañemos el chateo, navegar nuestras redes... o despistes similares cuando los alumnos disponen de equipos tampoco mejora la disposición ni los resultados de un aprender "más a la moda digital". ¿Puede gustar la escuela si modelamos nuestro ocio y nuestras preferencias sin pensar si hacemos lo que queremos, cuándo y cómo queremos? Porque la interacción iría por ahí. Con mi participación y aprobación, tanto del texto 2.0 que sirve de guión, como en una producción o edición delegada y participativa. Participar significa saber y querer algo por lo que nos encontramos con muchos del aula para ver si lo conseguimos.
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