Este fin de semana pasamos con unos amigos un par de noches en O Courel (mapa), algo así como el techo de Galicia. Aunque hay cotas más altas en este noroeste, los paisajes de cumbres y valles, de las dehesas, recuerdan el techo de Europa en Los Alpes. No comparo el respeto y el disfrute de la naturaleza en ambos sitios. Todos reconocemos el capital ambiental y cultural de ambos territorios y no pretendo desmerecer ninguno.
Pero caminando por las orillas del Lor pensaba si alguno ya habrá empezado otra historia natural, esta vez la de las atrocidades sobre territorios especiales de este planeta. Los olvidos de las aldeas del Courel, no han hecho tanto daño como las minas, las presas y las demás graciosas concesiones de los políticos a emprendedores y el resto de prohombres que vinieron por estas tierras a llevarse sus tesoros a mordiscos (imagen satélite de Google).
Como han cambiado otras historias, el registro de la vida del medioambiente pide que se recojan
la letra pequeña de las intervenciones en territorios de conquista. ¿Cuáles han cambiado? Los libros de los reyes, que pasaron cuenta de tiranías y crueldades. O las glorias étnicas y nacionales al abrigo de las hazañas bélicas, se redibujan con opresiones, genocidios o devastaciones coloniales.
Los relatos de la naturaleza, contarán la explosividad que de vez en cuando volatiza una parte, como el Kracatoa lanzó su isla al mar. Pero nada tan horadante, tan terminal como acabar con los aires, las aguas y las materias primas por una superindustrialización que para hasta que se enfrenta a sus montañas artificiales de sobres. Para recuerdo del futuro deberíamos iniciar un detallado registro de Atilas medioambienales, que no han dejado una brizna viva a su paso. No sé si es una lección obligatoria u optativa para expllicar los paisajes que dejamos a futuras generaciones. Además puede servir para que existan, para que lleguen a vivir esas futuras generaciones.
Fotos de FreeCat: a Serra do Courel en maio.
El álbum de O Courel de Carmela.
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