Para no caer en lo peor de la lección magistral, hoy no fuí con presentación enlatada. Volví al viejo guión para la clase y anotaciones en la pizarra (manual, no digital, claro). ¡Mea culpa!
Mi formación me jugó una mala pasada. Me alargué con los griegos cuando estábamos con casi contemporáneos. ¡Error fatal!
Debe sorprender al alumnado la funesta manía de fundamentar, de bucear antecedentes. Dudo si las culturas del presente entienden como formativos semejante recorridos.
Nuestros preclaros reformadores educativos no son precisamente partidarios de los viajes peripatéticos.
En nuevos másters y grados se quiere "un aprendizaje profesionalizante".
Se reducen materias básicas y panoramas contextuales a la mínima expresión. Priman las competencias operativas, las más fáciles de medir y reconocer. Nunca fue fácil tratar con competencias sapienciales y sociales.
¿Pero se llegarán a prohibir los ex-cursus en clase?
En mi aprendizaje he gozado (y espero seguir disfrutando) de lecciones vitales, de pasilleos alargados hasta agotar las piernas, de tertulia nocturna que se encabalga en conversaciones de días...
No parecen que tengan mucha cabida en las rutas guisadas en nuestras juntas de Facultad.
De todas formas voy a preguntar de qué van los botellones culturales, a lo mejor estoy mal informado.
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