25 octubre 2014

problemas de comunicación en comunidades urbanas (caso práctico)

Un grupos de asociaciones y movimientos sociales se reúne en una gran asamblea ciudadana para concretar próximas acciones políticas intentando superar el desaliento y la ineficiencia de la última reunión de estas plataformas en la ciudad. Se pretende sacar experiencia para evitar los errores pasados y poder tomar una decisión acordada por una amplia mayoría que garantice suficiente visibilidad como para tener opciones de alternativa real.

En la asamblea abierta de hace unos meses bajo un orden del día para decidir sobre secundar unas marchas nacionales se reunieron los principales colectivos de movimientos sociales y ciudadanos. En los turnos de palabra cada grupo agotó su tiempo de intervención detallando sus logros y avances particulares, marcando diferencias de posicionamiento pero sin definirse, uno tras otro, sobre los puntos nucleares en el orden del día que sólo en teoría articulaba esta asamblea.
Tras cuatro horas y media fueron saliendo muchos de los grupos, criticando la gestión de tiempos y el claro abuso de ego mostrado por la mayor parte de intervenciones de representantes.
En este momento, y con la mala experiencia pasada, se necesita convocar de nuevo a todas/os para decidir si se apoyan colectivos como plataformas electorales para intentar otras vías de acción política, y no sólo la visibilidad urbana y mediática alcanzada hasta el momento.
Por una parte están las dificultades objetivas para encontrar criterios en la pluralidad de perspectivas sobre la imagen actual de la sociedad y sus posibles soluciones. Por otra parte, en estos colectivos hay suficientes valores y responsabilidades personales como para compararse o competir con partidos o asociaciones institucionalizados. Manejar bien los acuerdos y sus mensajes básicos encadena seguro un boca-oreja y acciones individuales que pueden tener alcance urbano representativo.

¿Gramsci o Banksy?
La imagen unitaria que es tan importante ya ha sido descalificada de antemano tildando a algunos de los grupos más activos como extremistas, y de anti-capitalistas por su insistencia en el final del sistema actual y en el advenimiento de la crisis energética y del post-consumo. Las noticias los tratan como grupos minoritarios aunque en sondeos de intención de voto manifiestan una clara presencia entre las generaciones más jóvenes X e Y (Millennials). Tampoco es seguro que el voto de los mayores de 45 años vaya a ser tan institucional, por miedo como intentar difundir los medios gubernamentales y afines a partidos históricos.
No se dispone de tiempo para unificar símbolos entre los distintos grupos acordando las posibilidades más inmediatamente realizables de los modelos sociales que pretenden. Pero debe quedar constancia de las principales propuestas y no sólo de la participación mayoritaria. Construir símbolos y ponerlos en marcha es y será criticado como marketing político de viejo cuño.  
Si no se unifican referentes y mensajes para amplificarlos en multitud de eventos en guerrilla, en muchas acciones locales simultáneas, no se alcanzará una visibilidad suficiente para apoyar alguna de las plataformas políticas que es están organizando para las próximas elecciones. Es improbable que los medios se hagan eco salvo que los sondeos sigan favorables. Se enfrentan retóricas distintas para mantener la cohesión interna en un proceso de maduración, junto a la paralela difusión externa en otras esferas sociales. Si bien los mensajes de cohesión interna deben recoger los pactos para justificar las bases y sus crecimiento, la sociedad y los medios necesitan titulares. Fácilmente serán descalificados y se utilizará el diálogo interno como imagen de fragilidad, conflicto, inexperiencia. 
Ante la necesidad de imagen externa y que esta no pueda ser controlada, hay que explicar los argumentos a los portavoces y avisarles del previsible boicot por parte de los medios. Hay que encontrar fórmulas para que las asambleas locales que elevan  las propuestas al colectivo y difunden los acuerdos votados o aprobados organicen sus propios actos para que se difunda lo que se pretende y no las imágenes o los titulares que usarán los partidos opositores. 

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