El sociólogo Norbert Elías estudió en el siglo pasado el avance contemporáneo del sentimiento de vergüenza. Lo comprobó en manifestaciones de pudor y de reserva desde los cambios en la construcción de la vivienda renacentista, pasando por los ritos matrimoniales... Es posible que en la actualidad algunas de sus investigación le llevaran en dirección contraria.
Más que el alcance de aquellas conclusiones me interesa otra idea que no es original de Elías, pero que ha empujado a difundir. Afirma que una estructura social, unas costumbres y usos (sociogénesis) afectan nuestra manera de vivir y de sentir (psicogénesis).
Los códigos con los que intentó defenderse la aristocracia del auge burgués, llevan a que no signifique lo mismo "civilizado" o "cultivado" en Francia, en Inglaterra o en Alemania. Hemos pasado de la imposición por la fuerza del Estado, a sistemas de autocontrol que interiorizamos para ser considerados correctos. Hasta el punto de utilizar nuestros mismos sentimientos como clave de confirmación, como seguro.
Es lógico que concedamos mayor autoridad a los sentimientos cuando no nos fiamos de montajes racionales. Parece pobre, con todo, que sea el quedar bien lo que equilibra y amansa los sentimientos. Así puede haber evolucionado como dice Elías, el control sentimental hacia un enfriamiento general de los sentimientos en las culturas que nos han precedido.
Por contra, una primacía hedonista del sentimiento, apunta irracionalidad y violencia. Y en los momentos bajos de cualquier cultur el hedonismo y el consumismo han tirado por tierra las más altas instituciones y las mismas ganas de trabajar, de "hacer cosas". Además de la satisfacción sentimental, a pelo, tenemos opciones inteligentes y libres de sentir. Sin renunciar al gustazo de un descubrimiento (quizá no tan importante como nos parecía) o al placer del encuentro (la forma más personal de decubrimiento.
No recuerdo donde se inició esta elucubración. Quizá me cansé de ver repetido el "darse el lote", como principio general. Enlazo sin contrastar, a las notas de la Wikipedia inglesa, sobre Norbert Elías, que me parece más completa y no tan aburrida como otras páginas más temáticas. También conozco que estos días muchos periodistas de algunos países se escandalizaron por el enlace a una artículo inexacto en esta enciclopedia. Pero por eso enlazo; porque no puedo garantizar que el destino de mi vínculo sea de lo más perfecto y científico.
Yo tengo mis impresiones. Y me fío de algo que han dicho o hecho. Lo que no me convierte a su religión, filosofía o sociología. Me daba la espina de que volver a esas ideas estaba bien. Mejor que trillar con lo de siempre, desde luego. Pero además es un gustazo, metaorgásmico diría, salir del dilema entre la animalidad y el sometimiento de la mano de Elías. Un gustazo que se recorre más fácilmente cuando podemos hacer más fácil el paseo intelectual si utilizamos la superestructura tecnológica como entorno informacional que amplia mi memoria y mi aprendizaje. Y además me enfrenta a los que pretenden reducirlo todo, otra tecnología más, a los purititos espacios de juego para inestables.
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