En dos notas anteriores aviso que retocar tu identidad digital no es un asunto estético o de diseño y que tampoco basta con sentirse tranquilo en el propio patio de cultura local de cada una/o. Te puedes encontrar muy una/o misma/o cuanto más asimilados y naturalizados llevas el discurso dominante sobre cómo hay que ser hoy o los tópicos de tu territorio cultural. Si las modas googleras y el machismo xenofobo de mi pueblo no bastan para hacer nuevo un perfil, cierro esta serie con otro límite del reinventarse: las propias obsesiones.
No por muy convencida/o que estés, sales de tus manías o ves lo hay. Han sido costumbres, y malas, las que nos han traído a una situación de insatisfacción, cambiemos por tanto el chip; pero desde abajo. Reinventarse es más descubrirse. Estar en un proceso de renovación hacia algo que mejore el servicio a los demás, al tiempo que nos enorgullece por ejercer tareas para las que nos sentimos capacitados. Lo decía muy bien Tiempos de Orión (Alvaro López Vicente @alopezvicente), El verdadero significado de la zona de comfort:
Salir de la zona de confort significa ver las cosas desde una perspectiva mental diferente. Dejando a un lado las quejas e intentar sentirse bien con lo que a uno le rodea y con lo que uno puede aportar al contexto.Salir de la zona de confort requiere, por tanto, sentirse bien. He estado equivocado durante mucho tiempo. Es cierto que cuando a uno se le plantan nuevos retos y los comienza, las cosas se hacen cuesta arriba. Pero no vale la pena pasarlo mal.
Reinventarse tiene toques de diseño, y estéticos. Es intercultural y redescubre la olvidada identidad comarcal. Pero sobre todo es instaurar a los pocos un estilo de vida ajustado por lo que podemos servir a otros, en algo que valoran y, a veces, agradecen. Las raíces de una nueva identidad, la marca en una nueva fase, es una ruptura a partir de acciones que desde los demás nos confirman lo interesante y oportuno de nuestra cooperación.
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