22 febrero 2013

¿recortarán lo que más necesitamos de la universidad?

Políticos obedientes tienen puesta la tijera a la educación. Queda poco para que pinchen la burbuja universitaria. El riesgo: que recorten por los jóvenes (pérdida de innovación) y por los profesionales (pérdida de conexión con empresa y sociedad). Pido la paciencia para leer las tres pantallas en este post. De la mano de unos momentos históricos podemos intuir lo que tocaba a la universidad contemporánea. La universidad se lo merece, por su capacidad de crear una cultura más amplia y común frente a visiones locales o gremiales.

Maestros y aprendices han construido tres paradigmas como queda reflejado en los cuatro ámbitos que hoy engloban todos los títulos de las carreras universitarias. Arte y humanidades, ciencias, tecnológicas y ciencias sociales son hoy los ámbitos que recuerdan las tres concepciones que la institución ha conseguido a lo largo de la historia. ¿Darán tiempo los políticos para completar la visión integrado que necesita la sociedad actual y en la que la universidad tiene una importante obligación? Invito a contrastar y discutir el sentido y la universalidad de esta afirmaciones. Con otros autores los considero signos de la tarea pendiente, si el "Estado del Bienestar" y la  primera industria universitaria nos lo permite.

Un primer sentido histórico fundamental fue la superación de la magia reuniendo todo tipo de conocimientos alrededor de la filosofía. En las comunidades atenienses de profesores y alumnos de humanidades y artes se conserva el sentido más antiguo de universidad. Escuelas de prodigiosos maestros metropolitanos que comparten su tiempo completo patricios liberados iniciando la mayor parte de las ciencias y mucha técnica. La filosofía coordina el saber durante la noche oscura de la decadencia del helenismo y de la cultura romana. Nuestras actuales carreras de humanidades continúan la búsqueda de unidad de saber en los multiplicados conocimientos actuales. Mantiene su fuste crítico con magias, mitos e ideologías y debe formar parte del espíritu universitario. Ser universitario significó compartir estos hábitos intelectuales.

Ya como universidades, poco más amplias en alumnos y profesores, se fundaron por las capitales europeas durante la belicosa baja edad media y el no menos convulso renacimiento. El universalismo clásico se viste ahora de cristiandad. Primero integrando los  colegios de las  familias religiosas católicas. Y en pocos años construyendo alrededor de la teología, el derecho y la medicina. Como la iglesa, centró los edificios administrativos y mercantiles. Esta recuperación de la universidad sigue siendo humanística y sapiencial. Pero no alcanza extenderse más por sociedades europeas y latinoamericanas. Tampoco destaca la transferencia de aplicaciones y conocimientos de esta universidad en los siglos siguientes.

Con esas críticas se entiende el paso de las humanidades a las ciencias por parte del espíritu universitario desde finales del s. XVIII. La influencia de los textos ilustrados en el alma mater transforma   la mortecina institución burocracia tituladora. "Profesores y alumnos a tiempo completo", como dice Wallerstein (2007) conservan y comparten conocimientos. Ahora desgajados del tronco filosófico o teológico por esa objetividad que aporta el método hipotético deductivo. Las ciencias, casi ya disciplinas desconectadas, amueblan la cabeza del titulado y ofrecen su catálogo de especialidades. Todavía sólo unos pocos miles durante el s. XIX. Pero ya ordenados según manda el racionalismo de disciplinas y departamentos, como libros en estanterías de una extensa biblioteca. Y además con métodos más objetivos y científicos, se piensa, que el humanismo de la universidad primitiva.

La difusión universalismo científico no alcanza cifras de alumnos o de transferencia mucho mayor que el humanismo. Sin embargo tras la S.G.M. muchos demandas ascenso social y la industria busca mano de obra más cualificada. El tercer ámbito, el tecnológico llega crear Politécnicos como otras universidades.  Los rectorados se llenan de ingenieros y la evaluación de la calidad y los procesos es el idioma del universalismo actual. Por pequeños que sean, no hay Estado o autonomía que no quiera tener su universidad. Podemos estar más o menos de acuerdo con Wallerstein, pero pensemos si el espíritu tecnológico no marca a nuestros compañeros en la universidad. Más masificada ha perdido  muchos de la convivencia y el trabajo cooperativo que marcaron sus orígenes. Ha recortado notablemente su misión y sus ideales cuando se consuela con preparar para el mercado y resolver los problemas del día de hoy.

Creo que el potente razonamiento de Immanuel Wallerstein: Universalismo Europeo, el discurso del poder, de fácil y agradable lectura incluso traducido, merece toda la atención para que los intelectuales nos proporcionen un universalismo "más universal". La 3ª conferencia, "¿Cómo saber la verdad? Universalismo científico" que repasa la historia universitaria debe ser lectura obligatoria si consideras que fuiste o eres universitaria/o.

Como la tijera tecnocrática recorte las universidades según rankings y limite las disciplinas por  tipo de empleo nos quedamos sin el universalismo de las ciencias sociales. Al menos dentro de los muros y títulos de la universidad institucional. Entonces la universidad habrá migrado a la convivencia digital de aprendientes. Como los MOOC's y todos esos proyectos y "disciplinas abiertas" que mantienen el sentido social y cooperativo de construir, no sólo resultados y soluciones, sino también modelos e ideas para una convivencia integradora, para un universalismo más universal, con mujeres, jóvenes, ancianos, minorías, etnias, religiones, ideologías, ...

Con licencia continúo el discurso de Wallerstein de quien me sirvo en esta disertatio, un ejercicio mental en voz baja. Las ciencias sociales, en su corta existencia, no han sido capaces de aportar su transversalidad e interdisciplinariedad como integradoras y multiplicadores desde el cuarto ámbito de titulaciones universitarias. No era fácil con el poder que aún tiene la visión científica de la universidad y el posicionamiento de los tecnológos en los gobiernos y en el control burocrático.

Recuperar raíces y sentidos de la convivencia cercana y la simplemente conectada por la red es posible y necesario. Como muchos deseo que las titulaciones universitarias acompañen el aprendizaje maduro.  Que el espíritu universitario nos permita reconocer los ritmos de los tiempos y sus agentes. Con la formación universitaria debería reconocerse la capacidad de seguir aprendiendo, los ejemplos y modelos, las responsabilidades personales y colectivas, la producción y el consumo sostenible  en un delicado cuidado de nuestros entornos ambientales y culturales. Lo que no dejen en pie los recortes, tendrá que hacerse fuera de las aulas y lejos de las primeras industrias universitarias. La segunda guerra mundial destruyó un población juvenil de artistas e innovadoras que deberían haber aportado al desarrollo institucional y al universalismo de las ciencias sociales. Estamos en un crisis de crisis con efectos peores sobre jóvenes de todas las sociedades. Necesitamos un universalismo más universal e integrador. Nos hace  falta para superar esta tercera guerra mundial en la que ya estamos envueltos.

Actualizo

Comenta danah boyd que la experiencia de vivir en piso y residencias con universitarixs era un factor de enriquecimiento, una vía de universalismo, que se puede perder si nos acostumbramos a usar Facebook y demás redes sociales sólo para reforzar los lazos previos o con conocidos.  danah boyd (3-3-013) Is Facebook Destroying the American College Experience?

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