Pilar Godayol encuentra cierto machismo en algunos aspectos de la teoría de la traducción: “dialogar y negociar con el objeto de estudio en una relación de intercambio, no resuelve los problemas, sino que los crea” (Godayol, 2002: 100). La citaba Mercedes Arriaga, en escritoras y escrituras en 2005, cuando afirma que
La actitud epistemológica femenina se basa en la contingencia y la relacionalidad y, por lo tanto, prevé la discusión y la sospecha, en vez de la aceptación, no mira tanto a la solución (arbitraria, totalitaria, salomónica) de los problemas como a un nuevo planteamiento de los mismos.En este sentido me encuentro del lado del pensamiento femenino y veo a bastantes pensadores instalados en esa relatividad insegura. Buena parte del pensamiento postmoderno y mucho también de lo que nace como net ciencia, por la colaboración de muchas y muchos. Hemos compartido congresos, y congresos deseo compartir también la frontera donde Arriaga sitúa la epistemología femenina. Puede haber diferencias en modos de reflexión. Se ha dado una gravísima exclusión histórica de la mujer. Pero no veo exclusivamente en las pensadoras y artistas, el rechazo a las barreras, la situación en un espacio intermedio de construcción intelectual, ni la representación mestiza, nómada, descolocada del yo. Estos pueden ser rasgos de la epistemología contemporánea, pero Dona Haraway los hace demasiado privativos y peculiares en la mujer.
Es falso que la mujer sea el sentimiento y el hombre el pensamiento. Niega la evidencia y simplica el día a día en el absurdo.La mujer asume representaciones modelos, como lo hacemos casi todos.
En cambio es más claro que los tabués sobre el cuerpo, y en particular la presión sobre cuerpo de mujer, la encierran en los tópicos y las cárceles icónicas y audiovisuales que vemos cada día.