Para la revista Nuestro Tiempo (n. 481-482, jul ago 1994, pp 94-105) escribí Periodistas de cine. En un repaso a la filmografía americana sondeaba por qué los periodistas habían llegado al cine como protagonistas de grandes producciones en esos años. Los periodistas de la televisión saltaban a la gran pantalla con unos personajes y unas intrigas muy inferiores a los retratos cinematográficos de periodistas que procedían de la literatura o de buenos trabajos de guión. Distingo un tercer grupo de películas de periodistas en las que domina la intriga, el tejido de la trama y de las implicaciones sociales de la investigación periodística. En cuarto lugar separaba las películas de apariencia social que no son mas que recopilación o dibujo de anécdotas relacionadas con el periodista y vida en una sociedad.
En los ladillos del artículo distinguía cuatro (de nuevo) tipos de crítica y de estilos directivos:
ideológico intelectual, intimista verosimil, genérico y funcional o puntillista y banal (pero eficazmente, y también vistosamente, entretenido). En este juego tetraédrico: proponía cuatro niveles de imagen: el horizonte o fondo, el foco o protagonismo sensible, las secuencias de desenlace que culminan la arquitecura del film y entretejen sus tramas y el plano externo y objetivo de los componentes de cada plano.
A la vuelta de los años (13 dic 2005) he vuelto a publicar con el mismo título Periodistas de cine, un post en el que contesto a quienes dicen que el cine reciente es el que ha perjudicado su imagen.
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