Se acaba agosto. Como toda vacación, lo considero un mes intelectual. Alguno pensará con prisa y con presión. Yo prefiero la calma y la aristotélica poltrona. David de Ugarte es pensador full time. Pero también le ha sido productivo este agosto postmoderno en que se ha metido. Últimamente en debate con Lluis Pérez Lozano.
La discusión sobre si la posmodernidad es hija o trangresora de la modernidad, en realidad encierra una duda (premoderna, moderna y ultramoderna) sobre los límites de nuestro conocimiento científico. Ahora los postmodernos dudamos un poco más, de las verdades y del relato científico, cuando los modernos estaban más confiados en sus logros y tesis (al menos Newton, Berkeley y algún que otro barroco y enciclopedista).
La vieja cuestión de la verdad encierra el dilema de nuestra estupidez o nuestra incomunicación y en el otro extremo el conocimiento absoluto y certero. La relatividad de nuestros logros sólo gana firmeza cuando se apuntan muchos o incluso la mayoría. Y entonces viene la etapa de (teórica) bonanza en la que se impone un pensamiento, que pasa a ser considerado normal, natural, moral o incluso divínamente predestinado. Somos así de burros!
Pero los ciclos del acierto de nuestro conocimiento (con la seguridad y confianza que generan) no alcanzan todos los mismos niveles. Así podríamos decir dentro de un relativismo racional y razonable, hay axiomas, tesis o mandamientos mejores que otros. Al menos que así lo podemos evaluar desde la lógica que ahora entendemos; con el vocabulario y los datos que hoy (no mañana) manejamos. Todo es relativo, pero podemos comparar para determinados fines y desde perspectivas concretas los relativos que ahora no convienen más o pueden prestarnos mejores servicios. Por esa evaluación de cada uno y de cada momento se nos puede estar colando el discurso del poder que entroniza determinadas autoridades y ciencias. Que le vamos a hacer. Gajes del relativismo consciente, que procuramos espurgar de cuando en vez.
No me gustó la etiqueta ciberpunk y menos me gusta el término sionismo digital, tan resonante con el genocidio libanés en marcha. Pero no puedo estar más cercano del nomadismo distribuido, de la contextualización paleolítica de estos debatientes tan postmodernos o si se prefiere neo-antiguos.
En el fluir bogueril de los discursos matizándose puede servir como marco, al menos del discurso de David la entrada postmodernidad, reciente en su contextopedia. Aunque se ofreza como enciclopedia global, algo uniformante y no siempre precisa en todas sus entradas tampoco me parece mala la entrada postmodernismo en la wikipedia española, algo más elemental, pero creo que clarificadora. La entrada francesa, reúne un buen conjunto de autores enlazados que puedes representar y visualizar los matices de este concepto en diferentes ciencias y artes. Además de ejemplos, en el término en alemán puedes ver una lista de definiciones. En inglés destacaría las acotaciones y las subdivisiones de la cuestión, como es lógico referencias y bibliografía son bastante comunes con las anteriores. En italiano sólo unos párrafos que nos enlaza a cuestiones más extensas o distintas. Y en galego, contamos con una introducción poética al postmodernismo que abre a páginas introductorias a la filosofía, la arquitectura y el arte postmoderno.
(Perdón si al revisar por encima las diferencias parece que caricaturizo culturas nacionales. No es mi intención devaluar contextos más ricos)
La discusión sobre si la posmodernidad es hija o trangresora de la modernidad, en realidad encierra una duda (premoderna, moderna y ultramoderna) sobre los límites de nuestro conocimiento científico. Ahora los postmodernos dudamos un poco más, de las verdades y del relato científico, cuando los modernos estaban más confiados en sus logros y tesis (al menos Newton, Berkeley y algún que otro barroco y enciclopedista).
La vieja cuestión de la verdad encierra el dilema de nuestra estupidez o nuestra incomunicación y en el otro extremo el conocimiento absoluto y certero. La relatividad de nuestros logros sólo gana firmeza cuando se apuntan muchos o incluso la mayoría. Y entonces viene la etapa de (teórica) bonanza en la que se impone un pensamiento, que pasa a ser considerado normal, natural, moral o incluso divínamente predestinado. Somos así de burros!
Pero los ciclos del acierto de nuestro conocimiento (con la seguridad y confianza que generan) no alcanzan todos los mismos niveles. Así podríamos decir dentro de un relativismo racional y razonable, hay axiomas, tesis o mandamientos mejores que otros. Al menos que así lo podemos evaluar desde la lógica que ahora entendemos; con el vocabulario y los datos que hoy (no mañana) manejamos. Todo es relativo, pero podemos comparar para determinados fines y desde perspectivas concretas los relativos que ahora no convienen más o pueden prestarnos mejores servicios. Por esa evaluación de cada uno y de cada momento se nos puede estar colando el discurso del poder que entroniza determinadas autoridades y ciencias. Que le vamos a hacer. Gajes del relativismo consciente, que procuramos espurgar de cuando en vez.
No me gustó la etiqueta ciberpunk y menos me gusta el término sionismo digital, tan resonante con el genocidio libanés en marcha. Pero no puedo estar más cercano del nomadismo distribuido, de la contextualización paleolítica de estos debatientes tan postmodernos o si se prefiere neo-antiguos.
En el fluir bogueril de los discursos matizándose puede servir como marco, al menos del discurso de David la entrada postmodernidad, reciente en su contextopedia. Aunque se ofreza como enciclopedia global, algo uniformante y no siempre precisa en todas sus entradas tampoco me parece mala la entrada postmodernismo en la wikipedia española, algo más elemental, pero creo que clarificadora. La entrada francesa, reúne un buen conjunto de autores enlazados que puedes representar y visualizar los matices de este concepto en diferentes ciencias y artes. Además de ejemplos, en el término en alemán puedes ver una lista de definiciones. En inglés destacaría las acotaciones y las subdivisiones de la cuestión, como es lógico referencias y bibliografía son bastante comunes con las anteriores. En italiano sólo unos párrafos que nos enlaza a cuestiones más extensas o distintas. Y en galego, contamos con una introducción poética al postmodernismo que abre a páginas introductorias a la filosofía, la arquitectura y el arte postmoderno.
(Perdón si al revisar por encima las diferencias parece que caricaturizo culturas nacionales. No es mi intención devaluar contextos más ricos)
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