El humanismo exige reflexión más frecuente, pero ya buscaremos otra disculpa en la estación siguiente.
Con este ánimo más ocioso, y cierto apetito intelectual me cae en la pantalla el número de otoño 2005, el III de Potlatch, la revista de antropología. Me encanta que el otoño austral se haya unido a mis primeros olores de vacaciones de verano.
Empezar con retórica y alto pragmatismo como el de Dan Sperber, era demasiada filosofía, incluso para mis ansias veraniegas. Así que he terminado entre un tecnológo de los sistemas de computación y una jóven filósofa. Mi daikiri mental de salida.
PHILIP E. AGRE, escribre sobre "Investigación en Internet: a favor y en contra (pp. 139-149) y ESTHER DÍAZ sobre "La posmodernidad y las ciencias" entre la pagina 28 y la 37 (nº completo en pdf)
Me encanta que un profesor de sistemas del MIT diga, supongo que primero a sus colegas, que la arquitectua de sistemas no va a sustituir a la política. Que las prácticas y las instituciones colonizan y regionalizan los sistemas informáticos y las aplicaciones. Porque internet es diferente y cambia cosas. Pero tampoco existe un ciberespacio o un mundo on line desconectado de los legisladores, los inversores y demás familia. Si quieres citas, date un paseo por estas diez páginas de erudición y reflexión. En esta lectura, yo me he quedado con superar el determinismo tecnológico, no creerme a pies juntillas la discontinuidad ("internet cambia repentinamente la historia") o desconfiar de la desincrustación ("constituye una esfera aislada o casi independiente de las demás instituciones"). Las palabrejas deben ser de Brown y Duguid 2000, directivo de Xerox e historiador, respectivamente, autores de "la vida social de la información", que no sé si está traducido.
Este paseo por las implicaciones culturales de la gramática de los ordenadores pone bastante en su sitio la investigación sobre ellos, pero también la investigación de cualquier otra cosa con ordenadores.
Al final el segundo artículo tampoco estaba tan lejos. Y eso que venía repletito de interpretación, de Nietzsche, Freud o incluso el joven Heidegger (vaya repertorio de demonios para el racionalismo positivista y la investigación empírica). Quizá algunos lectores de la filósofa Díaz no entiendan tantas contundentes sentencias. Por otra parte que delicia literaria la de los filósofos del arrojo. El ramillete viene unido por que ser gente que sospecha, que no acepta la apariencia, que se cuestiona la evidencia demasiado natural, la obviedad poco discutida. Aunque personalmente, más que compartir la actitud de sospecha, prefiero destacar en los filósofos el afán de saber, o simplemente, su peculiar curiosidad.
Nota: Potlatch o sus versiones en los idiomas amerindios de las primeras naciones significa regalo y expresa más allá de nuestra mentalidad consumista, el exceso y los dones que encontramos en la naturaleza y en quienes nos acogen y regalan hospitalariamente. Como normalmente termina en cantos y danzas se suele simplificar como fiesta. Pero en realidad es algo más importante. La economía del recoger y de los cuidados es mucho más antigua y funda la economía del compartir. Con el mercado el compartir se corrompe e individualiza en competir con graves costes para la naturaleza y las comunidades sociales.
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