Tras más de diez años de enfermedad me pensaba más preparado para despedirme de mi Padre Daniel Martí Calvo. Para los que no lo habéis conocido destaco su amor sincero y un espíritu de servicio constante y como los demás deseábamos ser servidos. Lo veo ahora reflejado en mi madre y mis cinco hermanos volcados conforme empeoraba a lo largo de los meses.
Por todo el tiempo pasado creía más fácil despedirme. Ahora ya no padece más. Pero como al resto de la familia sigue doliendo. Decía una hermana en el funeral que algunos hemos podido ver un ángel en este mundo. No sé si es lo que dicen todos los hijos, pero no encuentro mucha bondad comparable.
El segundo de los danieles de mi entorno familiar nos deja otra parte importante de su herencia repasando el resto de su vida. Tras años en Alemania y trabajando 15 en IBM y otros tantos en Sperry Rand compartimos un estilo y ejemplo sobre el tiempo y el trabajo junto al cuidado de la naturaleza y de las cosas.
No podemos conversar con todos ni corresponder adecuadamente a vuestras manifestaciones de cariño. Queda para nuestro próximo encuentro. Un beso y un abrazo.