Debió ser a principios del año 2000 cuando destruí un texto que se iba a titular teorías de la imagen y que había aprobado el servicio de publicaciones de mi Universidad.
No encontré aceptación en el área de conocimiento de comunicación audiovisual, y años antes me había trasladado al área de conocimiento de periodismo, donde tampoco se ubicaba mi trabajo, pero al menos no era etiquetado y desplazado sin que me conocieran.
El voluminoso trabajo de teorías en más de 300 páginas recogía textos compuestos desde mi tesis y un artículo de 1993 sobre renovación de la teoría cinematográfica hasta las reflexiones de los últimos años sobre la postmodernidad y la recepción.
De haber iniciado antes este blog, no habría tirado lo que construí en esos casi diez años.
No suscribiría todo lo que entonces pensaba, pero eso facilitó que reorientara mi línea de investigación básica hacia otros derroteros.
La experiencia me ha sido más importante de lo que entonces pensaba. Creo que ese fracaso me supuso la independencia intelectual, sin ella no sé pensar con amarras sueltas.