01 septiembre 2014

en los orígenes era el habla y estamos de vuelta a ella

A pesar de la trascendencia de la escritura para la Historia, no tiene por qué ser el habla menos rica. Desde miles de siglos antes de que acertáramos a construir un alfabeto, una escala para contar, u otra iconografía o alfabeto, la comunicación hablada se mostró eficaz y clave para la supervivencia y la inteligencia de la última de las especies homínidas, la nuestra.
Como repite Derrida en sus obras, gana la voz al escrito cerrado, tanto en directo como actualizada. Por esa asombrosa capacidad de transmitir y hacernos compartir símbolos. Por eso lo escrito imita y graba diálogos copiando la apariencia cercana de la conversación. Esta variedad de matices hablados en directo o retransmitido se encierra mal y de forma incompleta entre fronteras textuales, en los límites que tecnología e industria han puesto en los formatos escritos y televisivos.
Más importante es la diferencia con la escritura en su forma de ejercer autoridad y de animar a participar. Salvo en ceremonias y actos reglados, la conversación no cuenta con censor ni autoridad. Aceptado cierto pacto de conversación, salimos de una interioridad silenciosa con el paso de nuestra propia voz. 
Hay grandes obras no autoriales -colectivas en el mejor sentido- auténticos monumentos del procomún (cita de Lévy 1997) que la Historia no ha ocultado. Como también hay mucha pieza firmada, con intertextos previos y colaboraciones artesanales o de escuela, que los firmantes se han apropiado. El diálogo abierto revela las mejores competencias y especialidades retóricas que enriquecen lo coral, dentro de una gestión algo más compleja que la escritura solitaria y autorizada.
Además de rica y liberal, el habla es más espacial y sonora, mientras la escritura es más visual, lineal y temporal. Como dice Piscitelli, el hipertexto puede devolver al habla su importancia perdida. Si superamos el paréntesis escritural, los cinco siglos de gutemberismo enfocando la lectura, más allá de las industrias culturales redescubrimos la conversación abierta, plural, y en general sincrónica, con lo que la tecnología nos pone hoy a la mano. Todo un universo retórico, también digital (siguiente post), que puede y quizá convenga que cambie el orden de la comunicación y del aprendizaje establecidos.

Actualizo tras la sesión sobre este tema

Recomiendo contrastar estas ideas y construir notas propias sobre el espectro y la influencia del habla en la comunicación. En lo que conozco veo citas interesantes sobre habla y oralidad, sobre la cultura o sobre la sabiduría. Como las voy recogiendo según las leo las entradas contiguas proceden del mismo libro. Si no te interesa alguna orientación concreta salta a páginas/textos siguientes.

Para delimitar un investigación de comunicación, el campo de estudio, más expresivos que los enlaces en un periodo son la actividad y la conversación reciente sobre el fenómeno o asunto que se investiga. En investigación cualitativa, por ejemplo sobre una reputación a lo largo del tiempo, es necesario comparar entre periodos distintos para conseguir un sentido más completo de la estima y reconocimiento investigada.

El comunicólogo chileno Mauricio Tolosa, (@MAUtolosa), creador de la red Sitiocero, una comunidad de conversación ciudadana sobre la comunicación (página en facebook) publicó “Comunidades y redes sociales. El desplome de las pirámides” que puede situar en la recuperación de la oralidad y el paleolítico digital en que nos encontramos inmersos.

No hay comentarios: