04 septiembre 2014

crece una retórica digital sin telarañas


Ha sido larga la Historia de la dialéctica autorizando géneros y formas del habla (post anterior). Pero si la dialéctica fuera la ciencia de la comunicación como se autodenomina, también podría reconocer que, además de las instituciones, construyen sentidos las comunidades. Las redes sociales en internet recuperan la interacción interpersonal en las que nacen el lenguaje y la sociedad, siempre amenazados por individualismos antiguos y modernos.

Antes de que la filosofía marcara los discursos con sellos dialécticos de aprobación o censura, pasaron muchos siglos en los que la retórica iba reuniendo conocimientos y experiencias. Como retórica digital sigue siendo un contenedor, muy ampliado, de técnicas para el buen decir y entender. Lo que nos hizo sapiens antes de la escritura puede cambiarnos muy profundamente con la vuelta del habla, en estos primeros compases del paleolítico digital -noolítico del sílice- como dice Pierre Lévy (2004).

Confessional | Pawel Kuczynski
Una retórica conectada, alimentada sólo a base de infografías por ejemplo, queda más floja que las normas y estilos de redacción en la sofística o escolástica de cualquier época. Si volvemos a competir en enseñar comunicación por fama y dinero, retro-aterrizamos en las primeras ciudades mediterráneas, ¡parada 5000 años atrás! Sólo con más aparatos. Unas técnicas de comunicación en una retórica digital 'de verdad', no son naturales pero sí pueden preceder a la escritura de hipertextos destacados. Saber y experimentar la comunicación en grupos locales y virtuales precede a la lectura y participación en los discursos protagonistas y políticamente correctos en internet. Desde las comunidades virtuales de cada una/o superamos géneros y formatos predefinidos por SMS, por las plataformas sociales en red... Debemos suponer que de modo parecido se formaron grupos y tribus paleolíticas. Vivimos en y de experiencias de comunicación primarias y terciarias, en la calle y en el móvil, ... Por estas conversaciones formamos y pertenecemos a los mundos y sociedades que construimos, como en las culturas orales prehistóricas.

El inmenso salto de la tribu paleolítica al público urbanita cada vez más y mass mediático -durante los cinco mil años desde las polis mediterráneas y siguientes-, esta evolución humana ha encerrado el caudal retórico ancestral en manuales y códigos institucionales, de quienes han controlado la escritura y las industrias culturales. Pero tan pública historia de la comunicación regulada sobre lo que se podía difundir, puede -y conviene que- recupere la amplitud de la conversación y del discurso abierto y social. Que también se nos llama usuario/as de internet en el sentido de usar como nos da la gana los cauces digitales con los que ampliamos nuestra conversación. 

Por encima de la estructura del texto o de las partis orationis (antología de citas sobre retórica) sobrevuela en la más completa retórica digital una esencial conexión con el auditorio (que suena hasta mal por parecerse a audiencia). No podemos estar retóricamente conectados sin comunicarnos nada entre ningunos. Como el texto histórico nunca tuvo garantizado su número de lectores, tampoco hay un e-interlocutor automático. Y en cambio notamos fervores masivos, como lo de esos amplios movimientos sociales conectados que nos muestran como en otro punto del globo se zancadillea la estatua de un tirano.

A diferencia de la dialéctica, la retórica no engancha con la precisión científica. Uno de sus objetivos, la reputación digital no sólo tiene que ver con exactitud. En los horizontes del habla -entre sus estrellas de referencia- destaca la sabiduría compartida. Por eso comprender no es explicar y no depende del estado de la ciencia o de la información. Interpretamos, encontramos sentido, gracias al contexto cultural, en ese marco - horizonte que arropa una conversación social abierta. En las culturas se notan diferencias, perspectivas de grupo que matizan los términos y los símbolos interpretados. Como en la historia de los imperios culturales suelen quedar relegadas, pero  numerosas, inmensas regiones... de hablas, de comunidades y de culturas diversas.

Banksy
Cuando una retórica comunal ensalza algunos ejemplos, además refuerza sus núcleos tribales en torno a algunas pasiones comunes. Metáforas y símbolos son los nuevos socio-KPI's (indicadores comunitarios, no de tráfico, influencia o venta), otros índices cruciales de la performance que crea o sostiene comunidades, 'dentro y fuera' de la red. El diálogo retórico, también el digital, termina en la persuasión, en el convencimiento y en el reconocimiento. Aparece la eficacia social de la mejor retórica, en los resultados personales y sociales del buen escuchar y decir. Dejan de ser asunto retórico, conversación del momento en el desarrollo personal o la construcción local que sedimentan.

Presentan particular interés las imágenes y los mejores ejemplos de la retórica digital, los tópicos y memes que se eligen y muestran en comunidades, bastante más allá de las fronteras de los grupos originarios. Este nomadismo de la imagen es asunto de iconología pero estas líneas ya han llegado demasiado lejos. Preguntaré por esas redes cómo seguir sobre esta cuestión de los núcleos visuales que articularon y articulan la conversación plural y conectada.

Para la dirección de reputación se precisa reflexionar, actualizar y desarrollar la competencia retórica:



Un texto de sencilla y agradable lectura por Dolors Reig para desarrollar la competencia retórica, también en redes sociales es Socionomía ¿vas a perderte la revolución digital? editado por Deusto

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