04 mayo 2007

¿Qué persiguen quienes devalúan la educación?


Exige algo de tiempo, pero como último remedio, se nos pide que recojamos firmas. Contra una nueva reducción y vaciado del bachillerato.
Como los alumnos de secundaria tienen dificultades para integrarse en ese nivel,
casi explícitamente se habla de rebajar exigencias, aprobar por tramos...
y eufemismos semejantes.

En una lucha desaforada contra la obesidad intelectual se recomienda un régimen nacional para rebajar, sin esfuerzo claro, una o dos tallas en nuestras capacidades reflexivas.
Puedes sumarte al Manifiesto por un bachilerato distinto en Menéame, en Boulé o en Libro de Notas.

Escuchando a padres, profesores y estudiantes de secundaria y de bachillerato encuentras bastantes coincidencias en valores y destrezas necesarias, en fórmulas para desarrollarlos, en sistemas de recompensa y estímulo.

La pregunta obligada
¿por qué no aparece, lo que es materia habitual de conversación, en los decretos educacionales de los gobiernos?
Una serie de leyes, de Villar Mir para acá, sordas ante cualquier tipo de ciudadanía, pero con curiosas constantes en devaluación y pase por alto.
Gobernar en educación debe invitar a no parar la alegre caída por el tobogán.
Lástima que acabe en bofetada vital, personal.

Que nadie se engañe. No somos los ciudadanos los que publicamos los índices de pérdida de capacidad lectora en Europa, desde 2001, los datos de un fracaso escolar creciente, la devaluación en las aspiraciones educacionales de los estudiantes.
Nuestros datos proceden de las páginas de esos Ministerios.
¿Querrán, además, que olvidemos que sabemos leer?

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