17 abril 2012

Requiem por la Universidad

Me gusta que el tono dialogado que toma el periodismo. También en los intrusos que no lo son. El contundente Xosé Luis Barreiro sale de toriles:
El ministro Wert, que va de yuppie, debe estar enterado de que «cuando alguien no sabe qué hacer, o tiene miedo a lo que hay que hacer, crea una comisión». Y por eso resulta tan extraño que nos haya sorprendido con una comisión de sabios -donde ni son todos los que están ni están todos los que son- encargada de reformar la Universidad española. Porque si algo le sobra a la Universidad son sabios que no supieron gobernar su propia institución, que han mantenido un caciquismo en la gestión del personal que es una verdadera desgracia, y que, buscando reforzar sus ridículas taifas, han contribuido a dispersar las universidades de manera disparatada.
Otros pueden coincidir en su diagnóstico,
Todos los sabios que integran esta comisión han convivido a gusto con este caos, sin que se les conozca una significada militancia contra el asamblearismo, la sindicalización, la expansión y el enchufismo que llevó el sistema universitario a donde está. Y todos han consentido con esta extraña sacralización de dos conceptos -la investigación y la excelencia- que, utilizados de forma indiscriminada, y mezclando churras con merinas, han servido para colar gazapos mayores que el elefante que cazó el rey.
Pero a fuer de liberal, me parece ingenua la solución de mano dura,
Lo que necesita la Universidad pública española es una receta bastante parecida a la que a todo se aplica: un plazo inexcusable para cuadrar los presupuestos con déficit cero; un recordatorio de que el equilibrio se logra ajustando personal, vendiendo inmuebles, evitando duplicidades, fusionando universidades, evitando dar clases a las paredes, poniéndole coto al gran timo de los másteres, revisando con rigor a qué le llamamos investigación y adónde van a dar sus resultados, y ajustando los precios de los servicios que prestan. Solo después de eso, que cabe imponer por decreto, se puede dejar que los sabios elucubren sobre el nuevo horizonte de la educación superior.
Los curtidos lomos de la manada indisciplinada y pasota de profesores universitarios no responde a la inspección ni al palo rectoral. Vota cada cuatro años y porque no le toquen el prado. Y sigo convencido que no vamos a dejar de rumiar porque nos cambien de pastores.
Barreiro Rivas, X. L. Requiem por la Universidad

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