Con puntualidad sale el número 65 de la revista Razón y Palabra dedicada a la comunicación de la ciencia. Pierde la denominacion tradicional, el periodismo científico para abrirse a la gestión museológica y las semanas de la ciencia como explica la coordinadora del número. El número recoge un buen número de experiencias divulgadoras y destaca el problema de la conexión de la ciencia con el ciudadano. Una relación comprometida porque mucha ciencia es industria y no tiene particular interés en ser reveladora si eso no le supone primacía y beneficios exclusivos. Por otro lado, los de a pie también nos cansamos de revoluciones científicas que no dan ni para hipótesis razonables.
Justo en la linde del monográfico, está un artículo de la doctora María Luz Álvarez Rodríguez, colega y amiga, que viene investigando la ubicación científica y/o académica de una profesión: la de ceremonialista y/ responsable de protocolo.
A la misma velocidad que la ciencia no conmueve jóvenes talentos, profesiones en alza piden hueco en la academia. Si le corresponde una rama en el árbol de la sabiduría no es el asunto esta vez. Simplemente cuenta el artículo si el protocolo ha sido objeto de atención académica en revistas universitarias. En éste caso encontramos alguna/os científica/os que se interesan por dar cierto estatuto reflexivo a la gestión pública de actos, aquellos en los que se esxpresa la imagen oficial de altas esferas o de entes poderosos. El protocolo es el envío público de mensaje más contundente en comunicación social. Excede con mucho a la recopilación histórica y a la declaración de los principios legales que imponen sus bases como auxiliares de ciencias decanas. En los actos protocolarios se concentra tradición, experiencia, conocimiento de invitados y suposición sobre públicos; por lo menos a un nivel comparable a acciones publicitarias o gestión editorial de medios de comunicación.
Además es un campo para ensayo y exploración de la comunicación pública con la cara y comentarios de la gentes como respuesta. Demuestra el artículo que el alcance y la aportación científica de los artículos sobre protocolo sugieren cierta decadencia del sueño cienífico académico. Pero desde un análisis de contenido de revistas no puede concluir si el fallo se debe al modelo elitisa de de difusión ya obsoleto o bien porque éstas u otras profesiones demandadas no llegan a ser renovadoras de ciencias reconocidas, probablemente más desconectadas del presente o de la evolución actual. Tenga o no cabida universitaria, y mejore o no las ciencias sociales, el protocolo deportivo o musical seguirán concentrando a sus públicos en algo que los científicos quizá denominen todavía espectáculos de masas... Como diría un tesista que creo conocer, una pena.
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