En línea con otros críticos, dice Jaron Lanier en una reciente entrevista, que internet está destruyendo las clases medias... Debe ser que Google y Facebook absorben la inversión publicitaria, y por eso industrias culturales de viejo cuño se quedan sin financiación (exhibición de cine, empresas de diarios, discográficas...) . ¿Pero han sido las opciones digitales las que han matado esas instituciones, las corporaciones como Kodak o las empresas quebradas?
No sé otros, pero necesito para ya un vídeo clarito o un pdf enfocadito sobre capitalismo informacional o cognitivo. Desde mi completa ignorancia me queda una -quizá infundada- opinión de que: tras la fase de la industrialización y la automatización... venía la crisis de crisis que nos ha caído encima.
Internet ha podido acelerar la curva de envejecimiento social. Pero el ciberactivismo no es responsable de la explotación laboral, del clientelismo, de las políticas de experimentación, de contaminación, de fabricación obsolescente, de transporte insostenible, ...
Quizá nos enteremos antes con internet... más tarde a lo peor, pero se iba a saber igual. A renglón seguido podemos preguntarnos si las redes sociales
-su distracción o esos contenidos que vaya Ud. a saber- colaboran en eso
de cargarse empleos.
No sé si quedan utópicos sobre internet. Quizá en los gobiernos. Pero ni a los grandes compradores nacionales les pasó por la cabeza que la educación, la sanidad o la justicia mejorarían sólo por los ordenadores.
Es tan elemental como decir que internet es mala. O que, al final, lo que ha dejado es... tierra quemada como sugieren Lanier, Carr, Levine o Morozov con sus periódicas novedades editoriales.
En el capital del procomún contamos con ideas como la virtud aristotélica. En clave individual, que es insuficiente, pero explica que la técnica o las artes no tienen por qué ser mediocres. Desde luego que es exagerado vivir en la técnica. Y cavernícola cambiarse de siglo por sueños románticos.
Pero el justo medio no es "ni chicha ni limoná" como muestra el gráfico. Los grandes artistas y técnicos son ejemplares por alcanzar las cimas más altas de lo que se podía hacer.
En las TIC y en las redes sociales estamos todavía lejos de poder saber hasta dónde llegan. Claro que en sí mismas no encierran las soluciones. Pero pocas encontraremos si no pasamos por una comunicación veraz, serena y ampliada sobre cómo organizamos el presente. No podemos evitar este medio. Y colectivamente aparecen soluciones mejores a las del autor/a individual. ¿O también hay que demostrar el valor del grupo, en la ya larga epidemia de nuestro inveterado individualismo?
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